DE LA IDEA A LA REALIDAD: LA EVOLUCIÓN DE SOCIETÀ ITALIANA DI BENEFICENZA
9 de junio de 2019
La SIB nasce a finales del siglo XIX. Al principio, la sede era en C/ Factor, 1, en un edificio de propiedad del Instituto Italiano de Cultura, donde la SIB alquiló un despacho. Pero al poco tiempo, por falta de disponibilidad económica, tuvo que mudarse en otro edificio, cerca del Consulado italiano de Madrid, donde se quedó 20 años. Desafortunadamente, en la mudanza, se perdió gran parte de la documentación relativa a la fundación y la actividad inicial.
Por esta razón, el nombre del fundador no se conoce, ya que al principio la actividad era saltuaria y bajo solicitud de los necesitados que acudían en busca de ayuda. Los únicos nombres conocidos son del 1960 y pertenecen a la Señora Caprile y a la Señora Novajra, dos aristócratas italianas. La razón es que ese año la Societá Italiana di Beneficenza fue registrada por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Italia y su actividad reconocida a todos los efectos.
Después de 10 años, en 1970, se empezó a dar una estructura más formal, con la contratación de un administrador y de una trabajadora social.
En los años, la SIB tuvo que adaptarse a la realidad socio-económica de los países de proveniencia de los ciudadanos italianos que acudían pidiendo asistencia. Hoy en día la SIB busca la realización de un ideal de sociedad en la cual cada persona pueda acceder fácilmente a los recursos necesarios para conseguir estabilidad económica y social, dentro de su comunidad.
En todos estos años, la SIB se ha ocupado y sigue ocupándose de poblaciones vulnerables (menores de edad, mujeres, presos y presas o antiguos detenidos, por ejemplo), residentes en el territorio español, ayudándoles en la transición que les permita un futuro digno. Esta labor se lleva a cabo, básicamente por voluntarios y voluntarias, bajo la supervisión profesional de una trabajadora social, que presenta los casos a una comisión que decide el tipo de intervención y ayuda a llevar a cabo.